No podemos ignorar que la tasa de obesidad de nuestros niños crece de manera alarmante, gracias a la comida chatarra, al alto contenido de azúcar de muchas de las cosas que comen (Gomas, chicles, dulces.) y a la falta de ejercicio.Pero especialmente en estas épocas de Halloween, los dentistas recomiendan que se tomen medidas especiales, ya que además de engordar, los dulces producen caries y problemas graves en la dentadura de los más pequeños, Sobre la base de las etiquetas de nutrición que tienen los caramelos, chocolatinas y chuches más populares, cada niño acumulará de 3.500 a 7.000 calorías cada noche de Halloween y el riesgo de contraer caries se multiplicará por 12. La clave, por supuesto, es la moderación, pero es bueno que los padres tengan en cuenta unas cuantas “estrategias” para la hora de ofrecer y salir a pedir dulces, cómo y cuánto deben comer y qué hacer con las que sobran. Si los niños están satisfechos antes de emprender la aventura de ir a pedir caramelos por el barrio, por más que consigan muchos, comerán bastante menos, que si están con el estómago vacío.
Cuando los niños regresen a casa finalizado el recorrido sugiéreles que hagan dos pilas: una con los dulces que más le gusten y que quieran guardar y otra con los que menos les apetezcan. Considera donar los que sobren, repartirlos entre los amigos que por alguna razón no participaron de Halloween o llevarlos a la escuela al día siguiente y compartirlos con todos los compañeros. Permite que vayan consumiendo las golosinas que les quedan, pero con ciertas limitaciones, por ejemplo, pactando que primero deben comerse toda la comida y luego disfrutar de su premio (establece a priori la cantidad de golosinas que podrán consumir por vez), sin olvidase de que tras los dulces hay que lavarse los dientes a conciencia, para evitar la aparición de caries.
Ante lo inevitable de que esta noche en especial (y varios días subsiguientes) los niños van a comer caramelos, esperamos que estos pequeños consejos te ayuden a limitar de alguna forma la cantidad de azúcar, conservantes y colorantes que ingieran tus hijos. No olvides que lo prohibido da más gustito, así que lo mejor es que estés allí para controlar cuántos dulces comen.