El consumo de medicamentos, sin prescripción médica y sin evidencia científica, aumenta el riesgo de afectación a la salud pública y puede generar complicaciones, especialmente a quienes, por esta época, los ingieren con el fin de prevenir el contagio por COVID19.
Algunos estudios realizados en el país han mostrado que cerca del 90% de la población se automedica y en medio de la crisis generada por la pandemia es probable que la cifra sea mayor; de ahí la importancia de no consumir medicamentos o cualquier producto sin formulación médica, puesto que hasta ahora ninguno de ellos ha demostrado prevenir o curar esta enfermedad que cada día despierta más temor, llevando a las personas a decisiones apresuradas e insensatas de autoformulación.
Desde la llegada del primer caso positivo para coronavirus en el país, los colombianos han venido promoviendo y consumiendo los llamados ‘remedios caseros’, productos como bicarbonato, jengibre, eucalipto, ajo y limón, han sido los más utilizados, según algunos especialistas, su uso descontrolado puede generar lesiones en garganta y otras afectaciones que pueden incidir hasta en alteraciones de la presión arterial.
Recientemente y con mucho auge se ha difundido a través de medios de comunicación y redes sociales las propiedades de la moringa, una planta a la que se le atribuyen propiedades inmunológicas, pero cuyo uso se ha relacionado con reacciones alérgicas, acidez gástrica, diarrea y aumento en la cantidad de glóbulos rojos, sin que hasta el momento se conozca evidencia científica que respalde su eficacia y la de los remedios caseros, contra la COVID-19.
Para la directora de Promoción y Prevención, Mónica María Londoño Forero, esta crisis global generada por la pandemia, ha provocado en las personas, mayor vulnerabilidad a tomar medidas “preventivas” por su propia cuenta o basadas en experiencias ajenas aparentemente exitosas, como la automedicación, la cual se ha definido clásicamente como el consumo de medicamentos, hierbas y remedios caseros sin consultar al médico.
Reiteró que la enfermedad por COVID-19, es una infección respiratoria, y como tal, se transmite de persona a persona a través de las gotitas que se generan cuando una persona infectada tose o estornuda o incluso cuando habla. Dicha infección puede comportarse de manera distinta en cada persona, desde un modo totalmente asintomático o con síntomas catarrales leves, hasta importantes complicaciones respiratorias que incluso pueden causar la muerte.
“Ningún paciente es igual a otro”, enfatizó Londoño, de ahí la importancia de intensificar las medidas que no representan riesgo para la salud y que han resultado evidentemente efectivas para prevenir el contagio, como la higiene de manos, el uso de tapabocas y el distanciamiento físico y social, acompañadas de hábitos saludables en materia de alimentación y actividad física, ya que las particularidades de cada persona, en materia de salud, tales como las comorbilidades, deben ser manejadas con rigor científico por el sistema de salud, para evitar que el remedio resulte peor que la enfermedad.
Según la referente del Programa de Control de Medicamentos, Liliana Dorado González, a la fecha no se cuenta con un antiviral específico para el tratamiento de la enfermedad, los pacientes deben ser tratados con cuidados y medidas de soporte general para el alivio de los síntomas, y en casos severos el ingreso hospitalario y el soporte ventilatorio.
Indicó también, que en el curso de esta pandemia se han propuesto y utilizado múltiples fármacos como tratamiento de la COVID-19 como hidroxicloroquina, algunos medicamentos antirretrovirales, interferón β, ivermectina, dexametasona, remdesivir, entre otros, todos aún en ensayos clínicos sin autorización en Colombia por parte del Invima.
Por lo pronto, el Departamento se prepara para desarrollar con estricto rigor y eficacia el Plan Nacional de Vacunación, de acuerdo con los lineamientos nacionales, sin dejar de lado la necesidad de preservar y mantener una conciencia de autocuidado con las medidas ya vigentes en materia de bioseguridad.
Se resalta la importancia de no consumir medicamentos como antibióticos sin formula médica, dado que son destinados originalmente a combatir las bacterias, generando como consecuencia de su consumo injustificado, mayor resistencia de los microbios lo que evidentemente complicaría la situación de un paciente