Por su parte, el hierro es importante para garantizar el aporte de oxígeno que requiere el bebé para crecer sano y mantener la anemia a raya durante el embarazo, una enfermedad que puede causar complicaciones.
La OMS calcula que el 41,8% de las embarazadas en todo el mundo padecen anemia. Se supone que al menos la mitad de los casos son de anemia ferropénica.
Las mujeres que reciben suplementación diaria de hierro presentan menos probabilidad de dar a luz a niños con bajo peso al nacer. No se han observado ningún efecto significativo sobre el nacimiento prematuro ni sobre la mortalidad neonatal. Pero la administración diaria de suplementos de hierro reduce en un 70% el riesgo de anemia materna al término del embarazo.
A algunas mujeres los suplementos de hierro pueden provocarle determinados trastornos digestivos. En mujeres que consumen suplementos de hierro en gran cantidad, sobre todo con el estómago vacío, es frecuente observar trastornos gastrointestinales. Estos efectos han de ser decisivos para fijar el máximo nivel tolerable de ingestión de hierro en cada caso.
El uso de suplementos con dosis altas de hierro se acompaña generalmente de estreñimiento y otros efectos gastrointestinales, como náuseas, vómitos y diarrea, cuya frecuencia y gravedad dependen de la cantidad de hierro elemental liberado al estómago.
Las cantidades de hierro recomendadas son de 30–60 mg de hierro elemental (30 mg de hierro elemental equivalen a 150 mg de sulfato ferroso heptahidratado, 90 mg de fumarato ferroso ó 250 mg de gluconato ferroso).
En entornos donde la anemia en embarazadas constituya un grave problema de salud pública (con un porcentaje del 40% o más), una dosis diaria de hierro elemental de 60 mg es preferible a una dosis inferior.
Cuando se diagnostique anemia a una mujer en un centro clínico, se le deberá administrar diariamente suplementos de hierro (120 mg de hierro elemental) y ácido fólico (400 μg, o 0,4 mg) hasta que la concentración de hemoglobina ascienda a un valor normal (2, 21). A partir de ahí puede pasar a recibir la dosis prenatal recomendada para prevenir una recaída.