Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la ‘alimentación perceptiva’ es una dimensión clave de la crianza perceptiva que involucra reciprocidad entre el niño y la persona que lo alimenta.
«A partir de los seis meses de edad ofrezca a los niños y niñas la diversidad de alimentos propios de su territorio, naturales, frescos y variados, todos ellos contribuyen a su crecimiento, desarrollo, además permiten fortalecer su la relación con su región y su identidad cultural como colombianos», explicó Elisa María Cadena, subdirectora de Salud Nutricional, Alimentos y Bebidas del Ministerio de Salud y Protección Social.
Permitirles el contacto con los alimentos, experimentar de forma segura las texturas, olores, sabores propios, sin aditivos, aportará a la vivencia de experiencias placenteras y satisfactorias. Para ello, es importante ofrecer alimentos con paciencia, con cariño, motivándolo y animándolo a comer, si se introduce un nuevo alimento se debe ofrecer varias y en diferentes preparaciones veces hasta lograr su aceptación. «Un niño necesita recibir un nuevo sabor de 8 a 10 veces antes de aceptarlo, preferiblemente sin adiciones de sal o azúcar», agregó Cadena.
La constante exposición a los alimentos que los padres ofrezcan permitirá a los niños ajustar sus preferencias y sabores, como el gusto por los vegetales, las leguminosas, las carnes o el huevo. Por otra parte, las normas y las expectativas generan y promueven modelos, la interacción entre padres e hijos durante la alimentación complementaria puede definir las preferencias alimentarias y la regulación del apetito.
Según la OPS, esta alimentación se basa en 3 pasos clave:
El niño muestra señales de hambre y saciedad a través de acciones motoras, expresiones faciales, y vocalizaciones.
El cuidador reconoce las señales y responde oportunamente de una manera que apoya emocionalmente al niño y es adecuada para sus necesidades y nivel de desarrollo.
El niño se acostumbra a una respuesta consistente a sus necesidades que comunica.
«Percibir los gustos, los intereses, observar los progresos del neurodesarrollo, reconocer las señales de hambre y saciedad, así como comportamientos de los niños que no son originados por hambre o necesidad de recibir alimentos es relevante para la adquisición progresiva de hábitos nutricionales, que derivaran en la prevención de patologías como trastornos de la alimentación o la obesidad», detalló la subdirectora.
Por último, «la relación entre el lugar donde se alimentan los niños, la forma en que lo hacen y quien los acompaña es tan importante como lo que comen los niños, es fundamental evitar distracciones como televisión, teléfono o uso de pantallas, se concluye que los padres juegan un importante papel en establecer hábitos de alimentación saludable», finalizó