• No mover a quienes han sufrido traumatismos e impedir que se muevan. Los traumatismos incluyen los golpes, las torceduras – de muñeca o tobillo -, los atropellos, las caídas, los accidentes de tráfico y otras circunstancias parecidas. Es muy importante que la persona no se mueva, ya que en los traumatismos las estructuras del organismo han podido resultar afectadas – huesos, nervios, vasos sanguíneos… – y al moverse podrían sufrir más daños.
• Incorporar a las personas con dificultad al respirar si no han sufrido traumatismos. Cuando nos llaman para atender a una persona con problemas respiratorios normalmente nos la encontramos tumbada boca arriba en la cama, posición que exige a su organismo hacer mucho esfuerzo para poder respirar. Si se colocan unos cojines o almohadones detrás de su espalda y se le incorpora – en una posición parecida a la que se emplea para desayunar en la cama – le costará menos respirar y su estado general mejorará.
• Poner de costado a la gente que vomita, tanto si están conscientes como si no. Al vomitar se corre el riesgo de que el contenido del estómago llegue a los pulmones, lo que produciría graves daños que pueden amenazar la vida del paciente.
• Si el paciente se marea, ayudarle a tumbarse para prevenir que se caiga o se golpee con algo si se tambalea. Se debe hacer en un lugar cómodo y tranquilo y – si es posible – evitar que se eche en el suelo sin poner nada debajo, ya que perdería mucho calor y esto podría agravar su estado.
• Permitir que la persona adopte una posición que le alivie el dolor si no ha sufrido un traumatismo. El dolor causado por algunas enfermedades disminuye al cambiar de postura. El paciente tenderá naturalmente a adoptar esas posiciones y se le debe ayudar a que lo haga, teniendo siempre en cuenta lo que se ha comentado anteriormente acerca de facilitar la respiración y evitar que esté en una mala posición si vomita.
• No sujetar a quienes convulsionen. Las convulsiones son movimientos incontrolados del cuerpo que pueden provocar grandes sacudidas de los brazos y las piernas y son producidas por múltiples causas: golpes en la cabeza, enfermedades como el ictus y la epilepsia, la fiebre (en los niños pequeños)… Si una persona empieza a convulsionar es muy importante no sujetarle – porque podría causarle lesiones – y evitar que se golpee con objetos cercanos o las personas que tratan de ayudarle.
• Proporcionar un entorno tranquilo a los pacientes con trastornos psiquiátricos. Estas personas no comprenden bien el entorno que les rodea, por lo que les afectan especialmente los gritos, los nervios, los movimientos bruscos… Además, algunas enfermedades pueden provocar que estos pacientes reaccionen violentamente, lo que puede resultar peligroso para las personas que tratan de ayudarles.
Fecha: 22 de noviembre de 2024