En esta temporada helada, tenga cuidado con la rinitis alérgica. La rinitis consiste en una inflamación de la mucosa nasal y se caracteriza por síntomas como mucosidad nasal (rinorrea), estornudos, congestión nasal y/o picor nasal. Estos síntomas se presentan generalmente durante dos o más días consecutivos y a lo largo de más de una hora la mayoría de los días.
La RINITIS ALÉRGICA es la forma más frecuente de rinitis no infecciosa y está asociada a una respuesta inmunitaria mediada por el antiocuerpo IgE ante la presencia de alérgenos ambientales o laborales.
La rinitis alérgica supone un problema de salud muy importante: es una enfermedad muy común en todo el mundo, que afecta al menos del 10 al 30% de la población, y su prevalencia está aumentando.
En Alergológica 2017 (encuesta realizada sobre las enfermedades alérgicas), la rinitis fue el principal motivo por el que los pacientes acudieron a la consulta del alergólogo (50,9% de los pacientes).
La CONJUNTIVITIS ALÉRGICA es una enfermedad asociada habitualmente a la rinitis alérgica, caso en que se denomina rinoconjuntivitis alérgica. Los síntomas consisten en lagrimeo, picor y escozor ocular, así como congestión y enrojecimiento.
La rinitis alérgica, según su duración, puede clasificarse en INTERMITENTE o PERSITENTE. Esta clasificación se basa en función de los días con síntomas. Así pues, una rinitis intermitente es aquella en la que la presencia de síntomas ocurre cuatro o menos días a la semana, o bien durante cuatro o menos semanas consecutivas. La rinitis persistente es la que implica síntomas durante más de cuatro días a la semana, o más de cuatro semanas seguidas.
Además, según la gravedad de los síntomas también se dispone de otra clasificación. La Rinitis alérgica es leve cuando no exista ninguno de los ítems siguientes: alteración del sueño, deterioro de las actividades diarias, deportivas y/o de ocio, deterioro laboral o escolar o síntomas molestos. En presencia de uno a tres ítems se denomina moderada, y grave cuando se den los cuatro.
Síntomas de la rinitis.
El diagnóstico de la rinitis alérgica debe ser realizado por un alergólogo/a y se basa en la concordancia entre una historia habitual de síntomas alérgicos y las pruebas diagnósticas. Los síntomas de la Rinitis son rinorrea, estornudos, obstrucción nasal y picor nasal, frecuentemente acompañados de picor ocular y lagrimeo. Las pruebas diagnósticas se basan en la demostración de anticuerpos IgE específicos del alérgeno responsable en la piel (pruebas cutáneas) o en la sangre.
El hallazgo de pruebas positivas sin una clínica asociada no tiene ninguna utilidad, ya que muchas personas sin síntomas pueden presentar algún resultado positivo (sensibilización subclínica).
En ocasiones, puede ser necesaria la realización de pruebas de provocación nasal o conjuntival, que consisten en la aplicación del alérgeno sospechoso en la nariz o el ojo, con el objetivo de reproducir los síntomas referidos por el paciente, sobre todo en aquellos casos en que puede haber diferentes causas implicadas. Estas pruebas también son de especial utilidad en el estudio de agentes causantes de una rinitis de origen laboral.
Es preciso investigar la presencia de enfermedades frecuentemente asociadas como son, sobre todo, la conjuntivitis y el asma bronquial.
Tratamiento de la rinitis.
El tratamiento farmacológico de la rinitis alérgica se debe adaptar a los síntomas del paciente y a la gravedad de éstos.
Actualmente se dispone de medicamentos tópicos y orales. Los tópicos son útiles para tratar de forma aislada el órgano afecto. En este caso, existen antihistamínicos, descongestionantes y corticoides intranasales. Los descongestionantes sólo se recomiendan durante breves períodos de tiempo y en caso de obstrucción nasal intensa. Los antihistamínicos nasales son útiles cuando predomina la rinorrea, pero los corticoides nasales son los fármacos que han demostrado ser más eficaces para el tratamiento de la rinitis alérgica, sobre todo cuando predomina la obstrucción nasal.
En cuanto a la medicación oral, los más extendidos y útiles para un control global de la enfermedad son los antihistamínicos orales. Siempre que sea posible, se deberá utilizar un antihistamínico de segunda generación debido a razones de seguridad, ya que producen menor número de efectos secundarios.
Además de la medicación para controlar los síntomas, se dispone de las vacunas con alérgenos, que en la actualidad es el único tratamiento específico para tratar la causa responsable de la alergia y alterar la evolución natural de las enfermedades alérgicas. Su administración puede ser subcutánea o sublingual, y requieren de un diagnóstico preciso de la causa para ser eficaces. Este tratamiento es complementario de la medicación sintomática y tiene como objetivo la reducción de los síntomas derivados de la rinitis, incluso años después de acabar con el tratamiento. Además, las vacunas para el tratamiento de la alergia reducen la aparición de asma y de nuevas sensibilizaciones.
Las medidas de evitación frente a los alérgenos causantes de la rinitis alérgica son necesarias para el control sintomático de la enfermedad.
¿CUÁNDO DERIVAR AL ALERGÓLOGO?
La rinitis alérgica debe tratarse tan pronto como se diagnostique por la frecuente evolución que se produce al asma alérgico; por eso el médico de atención primaria debe derivar al paciente al especialista de alergología tan pronto como sospeche que pueda presentar rinitis alérgica para poder ser diagnosticado y tratado de forma temprana y evitar la progresión de la enfermedad alérgica respiratoria.
Causas de la rinitis.
Los alérgenos ambientales son los causantes de la rinitis y conjuntivitis alérgicas. Suelen clasificarse como agentes de interior (principalmente ácaros del polvo y animales domésticos), de exterior (pólenes y mohos) o laborales.
Dependiendo de las condiciones climáticas, existen diferencias regionales entre los alérgenos. Los ácaros necesitan unas condiciones climáticas especiales para su crecimiento: temperaturas por encima de 20º C y humedad relativa del 80%, son las idóneas; por eso en zonas costeras es donde más ácaros hay, mientras que en el interior con clima continental son inexistentes.
Los pólenes que provocan las alergias más frecuentes son las gramíneas, las malezas (artemisia, plantago, chenopodiáceas, parietaria) y algunos árboles (abedul, plátano de sombra, ciprés, palmera u olivo).
La rinitis laboral puede deberse a una reacción alérgica o a la respuesta a un factor irritante en el puesto del trabajo. Las causas más comunes son los animales de laboratorio (ratas, ratones, cobayas, etc.), maderas, látex, enzimas, harinas, ácaros y sustancias químicas.
Cómo prevenir la rinitis.
En el caso de los pacientes alérgicos a los ácaros del polvo, el uso de fundas para el colchón, aspiradoras con filtro HEPA incorporado, el uso de acaricidas, ventilación frecuente de la casa o la reducción del número de objetos que acumulan polvo consiguen una reducción de los niveles de ácaros.
Los pacientes alérgicos al pelo de los animales domésticos pueden beneficiarse de retirar el animal de casa.
Los pólenes son difícilmente controlables: las corrientes de viento y el hecho de que sean muy volátiles muchos de ellos, hace que recorran muchos kilómetros y lleguen incluso a zonas urbanas; es de gran importancia que controlemos los niveles de concentración de polen accediendo a páginas web de rigor científico para vigilar los niveles de polen y evitar las zonas donde en esos momentos éstos están en gran cantidad en el ambiente; podemos acceder a la página web de (SEAIC) donde nos informarán de los pólenes.
Las rinitis alérgicas por agentes laborales mejoran tras apartar al trabajador de la exposición directa. En ocasiones se puede hacer uso de medidas de protección como mascarillas o gafas protectoras siendo suficiente para controlar la enfermedad.
Pronóstico de la rinitis
Con frecuencia la rinitis precede al asma, y por lo tanto es un factor que predispone al desarrollo de la enfermedad bronquial. El asma es más frecuente en pacientes alérgicos a los ácaros del polvo o los epitelios de los animales que en los pacientes alérgicos a pólenes.
Es importante diferenciar la rinitis alérgica del resfriado común para evitar la aparición de complicaciones por un diagnóstico tardío; aunque tienen síntomas similares (moqueo, estornudos, congestión nasal), generalmente es posible distinguirlos. El catarro puede estar acompañado de febrícula o fiebre, suele durar una semana y los síntomas son continuos durante el día. Por el contrario, la rinitis alérgica rara vez se acompaña de febrícula, es más fluctuante durante el día y suele durar más tiempo. Por otro lado, la secreción nasal también suele ser definitoria: en el caso del catarro común, la mucosidad es más espesa, amar